Páginas

sábado, 1 de enero de 2011

En la selva de los economistas















Después de mucho vacilar doy un paso adelante y, plas, ya está. Ya estoy en la selva: una selva inexpugnable. Es la selva de los economistas. Para ellos el paisaje que ahora me rodea es un prodigio de diseño y de racionalidad. Para mí, que lo ignoro todo sobre la materia, es una selva sin más: una selva. Durante mucho tiempo me he mantenido al margen de ella, por temor a su flora borboteante, a su temible fauna. Pero ahora comienzo a adentrarme por su fronda, sin saber muy bien si mi viaje exploratorio durará unos meses o sólo unas horas.

Vivimos una época de compartimentos estancos, de desaforada especialización. El cultivador de una disciplina se transforma en analfabeto cuando cruza los lindes de otra. Lo desconocido se le vuelve selva, cunde el desánimo, huyen los porteadores. ¿Estamos condenados a vivir en un mundo así: perfectamente nítido a nivel de detalle pero irreconocible cuando, en busca de una perspectiva más amplia, nos alejamos un poco de él? Imposible regresar al homo universalis, lo sé de sobra, pero sé también que esta especialización sin límite aumenta cada día el tamaño de la selva. Y cuando todo sea selva: ¿quién nos guiará a través de ella? Y si nada sabemos, si todas esas formas desconocidas nos desbordan con sus lianas colgantes y sus cocodrilos, ¿no corremos el riesgo de que alguien, más astuto que todos nosotros, nos persuada de que él sí conoce el camino y nos hunda de lleno en el “corazón de las tinieblas”?

No hay duda de que, frente al torpe parloteo del ágora y sus tertulias, el “sólo sé que no sé nada” representa una actitud de irónico y saludable distanciamiento. Y si el mundo fuera sólo theoria, tal vez fuera éste el modo de vida más adecuado o, al menos, el más elegante. Pero el mundo de ahí afuera es siempre acción y, sobre todo, es acción colectiva: es política. De ahí que la ilustración (que en nuestros días debe ser entendida como una lucha tenaz contra esa nueva doxa que es el conocimiento hiperespecializado) sea más necesaria que nunca. No ya por el prurito de saber un poco más de todo (y, consecuentemente, un poco menos de algo en particular), sino porque no hay otro modo de someter a razón aquellas acciones que, por ser colectivas (y, por tanto, obligatorias para todos), nos afectan más de lleno. A nosotros, o a nuestra familia, o –estirando más allá de Dawkins el radio de acción del gen egoísta– a nuestros compatriotas e incluso a eso que muchos consideran sólo una quimera: a la humanidad –y de un modo especial a aquella parte de la humanidad que más sufre.

Ahora bien: la política está hoy entreverada de un modo indiscernible con la economía. Si antes no se veía esto con claridad, ahora, en plena crisis económica –cuando los mercados, como los antiguos dioses, se “desaniman”, o “atacan”, o “se cabrean”– creo que huelga cualquier explicación al respecto. La economía está en todas partes. Parafraseando a Galileo, podemos decir que el mundo está escrito en caracteres económicos. No saber hoy economía o –para expresarme en términos más humildes y, sin duda, mucho más realistas– no hacer un esfuerzo serio por intentar aprenderla, es una muestra de ceguera voluntaria: de no querer ver lo que, cada vez en mayor grado, determina lo que hacemos y, por tanto y en última instancia, lo que somos. Hay que lanzarse al ruedo y, en esta “segunda época” de su andadura, este blog africano pretende tal proeza.

Mi idea es la de convertir estas páginas en un cuaderno de apuntes. Obviamente, no pretendo estudiar toda la economía, sino un campo de la misma muy circunscrito; más concretamente: cuatro libros de cuatro autores que destacan hoy en día en las áreas de la “teoría del crecimiento” y/o la “economía del desarrollo”. En el siguiente post les diré a qué libros y a qué autores me refiero. Por ahora me despido de ustedes con el siguiente “buen propósito” de comienzos de año: es necesario aprender economía, y más aún cuando la economía decide de algún modo la vida o la muerte de miles de personas. Espero verles por aquí de vez en cuando.

3 comentarios:

  1. Muy buen artículo. Deseo conocer rápidamente quienes serán los cuatro elegidos...

    ResponderEliminar
  2. Bienvenido de nuevo! Me alegro mucho de volver a leerte! Tal y como están las cosas, lo de aprender economía debería ser más una obligación que un propósito, así que gracias por ayudarnos a los que andamos legos en la materia.

    ResponderEliminar