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jueves, 20 de enero de 2011

Hoja de ruta















Pienso que una manera adecuada de articular este blog será la siguiente: en un primer momento tomaré el libro de William Easterly como campamento-base desde el cual hacer incursiones por el resto de los libros. Una vez agotado este recurso, abandonaré el planeta Easterly y pasaré a un tema poco tratado por este autor: el del comercio internacional, donde la voz solitaria de Reinert se batirá –en combate desigual– con las voces de los demás autores.

No es que sienta una simpatía especial hacia el libro de Easterly, pero pienso que su estructura facilita este tipo de estrategia. En efecto, tras un primer capítulo en el que el autor describe cómo el crecimiento económico es, a su juicio, la mejor manera que tienen los países pobres para escapar de su situación, el libro se articula en torno a dos grandes apartados. En el primero explica las diversas tentativas realizadas hasta el momento por los economistas del desarrollo en su búsqueda de un “elixir mágico” con el que eliminar los padecimientos de los países pobres; en el segundo, propone diversos modos de articular su lema alternativo (y un tanto mántrico): “encontrar los incentivos adecuados”. Pues bien, ambas partes constituyen una plataforma idónea para realizar avanzadillas en torno al libro de Sachs (cuando en los capítulos 6 y 7 Easterly trata de la “panacea” de la ayuda al desarrollo y de la condonación de la deuda), o de algunos capítulos del libro de Collier (cuando en los capítulos 11-13 habla de los aspectos políticos e institucionales). De este modo, y cuando hayamos atravesado el ecuador de este blog, habremos visto la totalidad del libro de Easterly y grandes porciones de los libros de Collier y de Sachs.

Es entonces cuando pasaré al libro de Reinert. Este autor, siguiendo los antecedentes del estructuralismo latinoamericano y de la teoría de la dependencia (y mucho más allá: List, Colbert, Serra…), considera que el lugar que ocupan los países pobres en nuestro mundo globalizado sitúa a estos en el vórtice de un círculo vicioso. El comercio internacional, en sus términos actuales, es un juego de suma cero, en el que la prosperidad de los países ricos se alimenta de la pobreza del resto de los países. El único modo de romper este círculo es que los países pobres hagan lo que los países ricos hicieron en su día para transformarse en países ricos, y no lo que los países ricos dicen ahora a los pobres que estos deben hacer. Confrontaré esta postura con los capítulos (6 y 10) que Collier dedica a este tema y, en general, con la que sobre el mismo se desprende de los libros de Sachs y Easterly.

No pienso enfrentarme solo a esta ingente labor. Contaré para ello con esa maravillosa “guía de lectura” que es el libro de Pablo Bustelo Teorías contemporáneas del desarrollo económico (Editorial Síntesis. Madrid, 1998), el cual –con toda seguridad– me obligará a hacer incursiones por libros de autores que anticipan muchas de las ideas de Sachs, Collier, Reinert o Easterly (pienso en Myrdal, Hirschman, Bauer o Prebisch). Tendré siempre cerca el libro de Elhanan Helpman El misterio del crecimiento económico (Ed. Antoni Bosch. Barcelona, 2004). Cuando esté a punto de ahogarme, buscaré ayuda en algún manual de Macroeconomía (por ejemplo, en el que Francisco Mochón tiene en McGraw Hill; Madrid, 2007). En su momento daré también la referencia de numerosos textos extraídos de Internet.

Abro ya el libro de Easterly. Rugen los leones.

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